DECRETO DE
GUERRA A MUERTE
El Decreto de Guerra a Muerte fue
una declaración hecha por el general venezolano Simón Bolívar el 15
de junio de 1813 en la ciudad venezolana de Trujillo durante
el desarrollo de la Campaña Admirable. La declaración viene precedida
meses antes por el Convenio de Cartagena de Antonio Nicolás
Briceño. Este decreto significaba que los españoles y canarios que no
participasen activamente en favor de la independencia se les daría la muerte, y
que todos los americanos serían perdonados, incluso si cooperaban con las
autoridades españolas. Además, añadía el objetivo de comprometer de forma
irreversible a los individuos con la revolución. Fue redactada bajo la
justificación de supuestos crímenes practicados por Domingo Monteverde y
su ejército contra los republicanos durante la caída de la Primera
República. Sin embargo La Guerra a Muerte fue practicada por ambos
bandos.
Simón Bolívar, Brigadier de la Unión, General
en Jefe del Ejército del Norte, Libertador de Venezuela.
A sus conciudadanos Venezolanos:
Un ejército de hermanos, enviado por el
Soberano Congreso de la Nueva Granada, ha venido a libertaros, y ya lo
tenéis en medio de vosotros, después de haber expulsado a los opresores de las
Provincias de Mérida y Trujillo.
Nosotros somos enviados a destruir a los
españoles, a proteger a los americanos y establecer los gobiernos republicanos
que formaban la Confederación de Venezuela. Los Estados que cubren nuestras
armas están regidos nuevamente por sus antiguas constituciones y magistrados,
gozando plenamente de su libertad e independencia; porque nuestra misión sólo
se dirige a romper las cadenas de la servidumbre que agobian todavía a algunos
de nuestros pueblos, sin pretender dar leyes ni ejercer actos de dominio, a que
el derecho de la guerra podría autorizar.
Tocados de vuestros infortunios, no hemos
podido ver con indiferencia las aflicciones que os hacían experimentar los
bárbaros españoles, que os han aniquilado con la rapiña y os han destruido con
la muerte; que han violado los derechos sagrados de las gentes; que han
infringido las capitulaciones y los tratados más solemnes; y en fin han
cometido todos los crímenes, reduciendo la República de Venezuela a la más
espantosa desolación. Así, pues, la justicia exige la vindicta, y la necesidad
nos obliga a tomarla. Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los
monstruos que lo infestan y han cubierto de sangre; que su escarmiento sea
igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo la mancha de nuestra
ignominia y mostrar a las naciones del universo que no se ofende impunemente a
los hijos de América.
A pesar de nuestros justos resentimientos
contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna, aún, a
abrirles por última vez una vía a la conciliación y a la amistad; todavía se
les invita a vivir entre nosotros pacíficamente, si detestando sus crímenes y
convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a la destrucción del gobierno
intruso de la España y al restablecimiento de la República de Venezuela.
Todo español que no conspire contra la
tiranía en favor de la justa causa por los medios más activos y eficaces, será
tenido por enemigo y castigado como traidor a la patria, y por consecuencia
será irremisiblemente pasado por las armas. Por el contrario, se concede un
indulto general y absoluto a los que pasen a nuestro ejército con sus armas o
sin ellas; a los que presten sus auxilios a los buenos ciudadanos que se están
esforzando por sacudir el yugo de la tiranía. Se conservarán en sus empleos y
destinos a los oficiales de guerra y magistrados civiles que proclamen el
Gobierno de Venezuela y se unan a nosotros; en una palabra, los españoles que
hagan señalados servicios al Estado serán reputados y tratados como americanos.
Y vosotros, americanos, que el error o la
perfidia os ha extraviado de la senda de la justicia, sabed que vuestros
hermanos os perdonan y lamentan sinceramente vuestros descarríos, en la íntima
persuasión de que vosotros no podéis ser culpables y que sólo la ceguedad e ignorancia
en que os han tenido hasta el presente los autores de vuestros crímenes, han
podido induciros a ellos. No temáis la espada que viene a vengaros y a cortar
los lazos ignominiosos con que os ligan a su suerte vuestros verdugos. Contad
con una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y propiedades; el solo título
de Americanos será vuestra garantía y salvaguardia. Nuestras armas han venido a
protegeros, y no se emplearán jamás contra uno solo de vuestros hermanos.
Esta amnistía se extiende hasta los mismos
traidores que más recientemente hayan cometido actos de felonía; y será tan
religiosamente cumplida que ninguna razón, causa o pretexto será suficiente
para obligarnos a quebrantar nuestra oferta, por grandes y extraordinarios que
sean los motivos que nos deis para excitar nuestra animadversión.
Españoles y canarios, contad con la muerte,
aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de
la América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables.
Cuartel General de Trujillo, 15 de junio de
1813. Simón Bolívar.
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