viernes, 20 de febrero de 2015

SABIDURÍA


Sabio no es aquel hombre que lo sabe todo y enseña; sabio es aquel hombre que aprende y pone atención.

La sabiduría es una cualidad atribuida a quien posee una gran cantidad de conocimientos y se distingue por usarlos con prudencia y sensatez.

Mucho hemos escuchado hablar sobre “personas sabias” y a veces pensamos que son una especie de personas tocadas por una varita mágica o con un don en especial, innato a ellos. Pero la sabiduría es una facultad inherente al ser humano, una habilidad que todos poseemos pero que depende de nosotros continuar e impulsar su desarrollo. ¿Cómo lo logramos? A través de la aplicación de la inteligencia, pero también a través de la experiencia. Sin dudas la inteligencia juega un rol clave, pero a partir de la experiencia, nosotros podemos obtener conclusiones que nos permitan entender de manera más amplia la realidad del entorno donde nos encontramos inmersos.

El ser humano es un ser dotado de algo que todos los demás seres vivos no tienen y eso es la capacidad de abstracción, es decir, de razonar, de sentir y otorgar un significado a esos sentimientos, del mismo modo que el ser humano otorga significados también a todos los estímulos que recibe desde el exterior a través de los diferentes sentidos. Y esto es así porque el ser humano es un ser subjetivo, es decir, que a lo real, a lo objetivo de manera necesaria le otorga un sentido, un significado que nace desde la subjetividad de cada persona, conformada y forjada a través de los años, con toda la experiencia y lo vivido durante un lapso de tiempo específico.

Por eso muchas veces se relaciona a una "persona sabia" con una persona que ya tiene una edad avanzada, y esto se debe principalmente a que esta persona tiene -por su edad, claro- un abanico de experiencias y vivencias más extenso que alguien joven, por ejemplo. Más allá del consejo o el legado de sabiduría que pueda dar una persona a la que se considera sabia, lo importante es que esta persona impulse el propio deseo por comprender y entender el entorno, para ganar nosotros mismos en sabiduría.


Comparar, analizar, aprehender, comprender, investigar, cuestionar, preguntar, refutar, experimentar, sentir, todas esas acciones a través de las cuales podemos obtener conocimiento, son las que utilizamos para reflexionar sobre la realidad de nuestro entorno y nos permiten entonces entenderlo. Ese conocimiento no es necesariamente algo relacionado puramente con lo académico, sino que se relaciona con un conocimiento en cuanto se procura entender y comprender al entorno que nos rodea y que supone también ejercer un discernimiento acerca de lo bueno y lo malo, obteniendo conciencia real sobre el impacto de nuestras acciones en el entorno, en el ambiente que nos rodea (con ambiente no sólo nos referimos al ambiente natural, si no también al ambiente social en el cual vivimos).

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